Encontrarse a uno mismo, conocerse, supone un gran acto de valentía que requiere tiempo, sinceridad y honestidad. Hay quien vive sin hacer el esfuerzo por conocerse; les basta con la imagen que proyectan, con la idea que tienen los demás de ellos. Algunos hasta proyectan distintas imágenes según las personas con las que estén. Otros viven en una falsa realidad, creándose un personaje, escribiendo su propio guión con verdades a medias, mentiras, engaños, secretos y otros recursos que utilizan quizás porque no son capaces de asumir su verdad. Ya lo decían los clásicos griegos y así reza en una inscripción puesta por los siete sabios en el frontispicio del templo de Delfos : "nosce te ipsum" (conócete a ti mismo).
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